8 de enero de 2013
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Revista Medicos - Medicina Global
“No se puede reformar la institución sin haber reformado previamente las mentes,pero no se pueden reformar las mentes si no se reforman previamente las instituciones.”
= un doble bloqueo =
Edgar Morin
Por el Doctor Ignacio Katz
El proceso de evolución científico-tecnológico en el campo médico nos muestra tal acumulación de información que obliga, por una parte, a descripciones difíciles de conocer y comprender, y por otra a redefinir las “capacidades esenciales” que se requieren para ejercer la labor médica.
Estos requisitos esenciales deberían responder en forma conjunta a los contenidos curriculares de las facultades de medicina y de las escuelas médicas, representadas éstas por las tareas propias del hospital (en épocas en que éste cumplía cabalmente con esa finalidad). Tanto una como la otra deberían estar enlazadas a fin de responder a las necesidades precisadas y requeridas por los responsables del área sanitaria del ámbito gubernamental.
Al referirnos a acciones ensambladas, reconocemos que sus esfuerzos deben ser complementarios y no contradictorios, para que sus resultados tengan implicancias significativas (ya que se trata de distintas caras del mismo prisma), de manera tal de lograr el genuino cambio estructural que la realidad impone.
PREMISA: “PARA DECIDIR ES NECESARIO COMPRENDER”
La actual condición sanitaria, con su primordial caracterización, su complejidad, requiere ser comprendida, y esto sólo es posible si previamente es conocida.
Debemos establecer que el sector sanitario es importante en la economía argentina, ya que representa no sólo alrededor del 10% del PBI, sino también, por ser el componente más sensible y el elemento clave en el bienestar social.
Sabido es que se demandan en forma reiterada políticas de estado para el sector. Para que este reclamo no sea sólo enunciativo, la inexistencia de un desplegado observatorio de salud es su obstáculo primario. Los criterios básicos de su finalidad están dados por identificar a la población que abarca en su accionar, diferenciándola en enferma y vulnerable, y a su vez segmentándola por biodiversidad, tecno-diversidad y aquellas otras diversidades que se encuentran en relación con las distintas regiones de procedencia. Esto permite formular “nuevas formas de asociación de política operacional”, con el objetivo de examinar y explorar interacciones que hagan posible el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles. Su elaboración implica inteligencia y capacidad de construcción suficiente para responder sin ambigüedades a una realidad manifiesta.
¿AULAS MAGNAS?
Pasemos, en primer término, a analizar las facultades de Medicina. Estas deberían aportar graduados capaces de integrar el tratamiento de las enfermedades y de las lesiones, con la promoción de la salud y la prevención, además de trabajar para lograr estos objetivos en equipos multidisciplinarios, y así alcanzar las metas que facilitan “conductas saludables de vida”. No sólo lograr estándares de conocimiento sino también de valores profesionales y de ética y moral que impacten positivamente en la cultura ciudadana.
Su función esencial se mostrará incompleta si no se articula con las escuelas médicas y con aquellos centros de actividad médica como los hoy llamados “privados” (por no ser del Estado, aunque su función es tan pública como la de aquél), quienes por los avatares políticos y económicos que nos atravesaron -en épocas no tan recientes- están mejor equipados, y son los que funcionan con mayor nivel de eficacia (diferenciando eficacia de eficiencia). De ahí la necesidad de una organización educacional innovadora público-privada. Vale decir, hay que tender hacia nuevas asociaciones educacionales que privilegien la vigencia del nivel profesional como motor de recuperación, mediante la suma de innovación, esfuerzo y exigencia.
Cuando nos referimos a los requisitos globales mínimos necesarios, estamos aludiendo a aquellas capacidades que son resultantes de un proceso de educación médica, en que el Estado Nacional está implicado a partir de los requerimientos profesionales que él debe demandar, a fin de cumplir con las metas de equidad y bienestar social que el derecho a la salud representa. Sin una orientación por parte de las autoridades, los saberes médicos se alejan de las verdaderas preocupaciones sanitarias de la sociedad en donde intervienen las casas de estudios.
HACIA NUEVOS “NIDOS DE MAESTROS”
Las escuelas médicas son las que permiten traducir los conocimientos de la ciencia básica médica en experiencias clínicas y habilidades, siendo por sobre todo espacios de reflexión, núcleo esencial para discernir conocimientos, conductas habituales, errores y valores éticos profesionales. En estas escuelas se desarrolla la experiencia basada en la educación médica continuada. No se trata de enseñanzas separadas sino de pedagogías conjuntas.
No hace mucho tiempo estas escuelas estaban representadas por los hospitales públicos, verdaderos “nidos de maestros”. Hoy, más allá de desear su recuperación en su triple función -asistencial, docente y de investigación clínica- se requieren “nuevas e innovadoras asociaciones” con el sector privado a fin de salvar las grietas que los hospitales poseen y que de hecho impiden una formación sólida, que es la que posibilita a su vez, la neoformación de maestros, de manera tal de recuperar el legado de aquellos que hicieron viable alcanzar el nivel que la Argentina poseía.
Es el devenir médico que vivimos, el que hace evidente la necesidad de la “educación continuada” de los profesionales, en base al rol destacado de las cátedras de materias básicas, clínicas y quirúrgicas en el posgrado. Son estas escuelas las que pueden brindar experiencias educativas que otorguen, revisen, y refuercen conocimientos, de manera de lograr actividades en correspondencia a la ciencia-arte que significa el oficio médico en permanente evolución, en donde reconocemos que “el error” juega un rol destacado. Vale recordar a Georges Canguilhem, quien expresaba que “equivocarse es humano; perseverar en el error, es diabólico”. Esto nunca es más cierto que en el campo de la salud.
La información en sí misma no es suficiente, ésta debe tener como correlato el aprendizaje o cambio de comportamiento basado en la experiencia. Lo antedicho traduce un actuar profesional responsable.
Es la interacción médico-paciente que impone la escuela médica, la que sustenta el aprender, enseñar y capacitar en forma simultánea, como única manera de controlar la desactualización que el devenir conlleva. Se trata del sitio donde el que aprende imprime un rol activo al que enseña, y así acompaña la evolución de la institución.
EL ESTADO
Por último, debemos hablar del gran orientador de la política sanitaria, en cualquier país que se precie de no dejar en manos del mercado la salud de sus habitantes. Mencionar las fallas enquistadas dentro del Estado obliga a preguntarnos:
¿cómo superar estadios en los que los gobiernos han cedido a los colegios profesionales la matriculación sin integrarlos a la gestión asistencial como miembros activos? De ahí que se le reconozcan “prácticas corporativas”, tiñendo negativamente a esta calificación.
Finalmente, ¿cómo lograr que el Estado asuma su rol de garante-responsable de un derecho a la salud que la evolución asigna no sólo como individual, sino como un derecho social, de manera tal que éste asegure un acceso equitativo, adecuado y oportuno a los servicios de salud, con igualdad en su utilización para igual necesidad, resguardando su calidad?
Se reclaman políticas de Estado, éstas sólo serán posibles a través de una red asistencial si se construye un Sistema Federal Integrado de Salud en correspondencia a un proyecto de Nación, al que pretendemos aportar mediante un despliegue crítico y analítico como el que venimos de exponer.
Ignacio Katz. Doctor en Medicina (UBA)
Autor de: “Claves jurídicas y asistenciales para la conformación de un Sistema Federal Integrado de Salud” (Eudeba, 2012). “En búsqueda de la Salud Perdida” (EDULP, 2006). “Argentina Hospital, El rostro oscuro de la salud” (Edhasa, 2004). “La Fórmula Sanitaria” (Eudeba, 2003)